REFLEXIONES

Las circunstancias que parecen imposibles de vencer suelen ser las que nos inquietan. Pensemos en el viaje de Pablo a Roma. Cuando surgió una furiosa tormenta, los marineros trabajaron arduamente para salvar la nave. Pero, por no poder controlar las condiciones meteorológicas, renunciaron a toda esperanza de salvarse (Hch 27.20). Hay veces que no...

El desánimo puede sentirse como un gran peso sobre nuestros hombros. Pone freno a nuestros pasos, hace más difícil el trabajo, y reduce nuestro gozo.