Es
bueno hacer una pausa de vez en cuando para evaluar dónde
estamos espiritualmente. Todos los cristianos estamos en
alguno de los tres niveles de la fe.
Aunque
todos pasamos tiempo en cada uno de ellos en algún momento de nuestra vida,
nuestro objetivo debe ser ascender siempre.
El
nivel 1 es el de la poca fe. Esta etapa se caracteriza por la
dificultad de creerle a Dios. Tenemos la esperanza de que Él responderá
nuestras oraciones, pero no estamos seguros. A veces se cuelan las dudas,
porque vemos la situación, no al Señor y su Palabra. O quizás nuestro problema
es que no sabemos lo que Dios ha dicho en la Biblia, y por eso no tenemos nada
para afianzar nuestra fe.
El
nivel 2 es de la fe grande. Me gusta llamarlo "fase de ensanchamiento de la
fe", porque implica esforzarse para creerle al Señor más y más. Los cristianos
en este nivel comienzan a afirmarse en la verdad de la Palabra. Cuando dejamos
que ésta moldee nuestro pensamiento, podemos saber que Él
nos concederá nuestras peticiones.
El
nivel 3 es de la fe madura. Este se caracteriza por el descanso en la confianza
de que el Señor ya nos ha concedido lo que le hemos pedido. Cuando
nuestras peticiones cuadran con su voluntad, ellas son un hecho consumado.
Nuestra tarea es sencillamente darle las gracias y ver cómo su promesa se
convierte en realidad.
No
importa en qué nivel esté usted hoy, el Señor quiere que siga ascendiendo.
Permanecer en su Palabra es la única manera de avanzar. ¿Cómo podemos creerle a
Dios si no sabemos lo que Él ha dicho que hará? Pero si usted sabe lo que
Él ha prometido, persevere; no se rinda.
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