NUESTRO TIEMPO DE ORACION
Por Ministerio de oración
La oración es un privilegio personal
que Dios nos da, es un recurso poderoso en nuestra vida, es el
aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual. No puede ser sustituida
por ningún otro medio. Descuidar el ejercicio de la oración es perder la relación con Dios.
La
oración no es para un "de vez en cuando". No es que la hago hoy, la dejo por
algunos días y después la tomo. La
Biblia no da lugar para un tipo de oración temporal, sino que nos exhorta a:
"Orad sin cesar". Muchos creyentes el asunto que más descuidan es la oración. Dios quiere tener todos los días comunicación
con nosotros, pero en pocas ocasiones se
ha quedado esperándonos. Debemos orar en
todo tiempo porque el Señor nos espera todo el tiempo. La oración no tiene
vacaciones. Mas bien debemos crecer en la oración. Nuestro Señor Jesucristo oró en todo
tiempo.
Normalmente consideramos que lo más urgente es lo más importante. Muchas cosas toman un espacio prioritario
en nuestras vidas y muchas veces nuestras ocupaciones nos dejan con un escaso
tiempo para la oración. Pero recordemos que
Dios merece las mejores horas y nuestro tiempo de oración debería
ser nuestra actividad más importante del día. Como dice el dicho: "Mucha
oración – mucho poder; poca oración – poco poder." ¿Cuál tiene usted?
La oración es la ocupación más
importante y para dedicarnos a ella debe haber calma, tiempo y propósito; de otra manera se degrada hasta hacerse
pequeña. La escasa dedicación a
la oración y la prisa producen un alejamiento entre Dios y nuestra alma. Se
necesita tiempo para que Dios impregne nuestro
espíritu. La verdadera oración obtiene los más
grandes resultados. La oración extensa obra poderosamente en nuestras vidas. Jesucristo dice ¿y Dios no hará justicia a sus escogidos,
que claman a él día y noche?
Los grandes hombres de la Biblia fueron hombres de
oración.
Daniel, estando en Babilonia, abría las ventanas de
su habitación hacia Jerusalén, se arrodillaba y oraba tres veces al día con
acción de gracias (Daniel 6.10). ¡Los leones se rehusaron tocarlo!
David oraba tres veces diarias —a la noche, en la
mañana y al mediodía (Salmos 55.17; 5.3). David alababa a Dios siete veces al
día (Salmo 119.164). El, literalmente, "oraba a través de todo el día". Nehemías oraba sin cesar a favor de
Jerusalén.
Jesús oraba temprano en la mañana (Marcos 1.35);
oró toda la noche antes de seleccionar a los doce apóstoles (Lucas 10.12—16);
oró también en medio de ellos (Lucas 11.1).
El Ministerio de Pablo consistió de oraciones y de lágrimas. La casa en la que
se reunía la iglesia se estremeció en oración (Hechos 4.31). Pablo mandó que se
orara en todo lugar (1 Timoteo 2.8). El grupo de Pablo oraba de día y de noche
(1 Tesalonicenses 3.10). El poder de
Pablo estaba en la oración. "Orad sin cesar". Pablo practicaba lo que
predicaba. Sus oraciones dominaban su relación con Dios.
Eclesiastés 8:3 nos dice: "No te apresures a irte de su
presencia", no descuidemos lo principal que es El encuentro con el Dios viviente, no permitamos
que nuestra vida llegue a ser
una rutina vacía.
Para tener oraciones victoriosas,
debemos reservar diariamente un tiempo
para estar ante la presencia del Señor.