Aunque no sé lo que me espera, ¡Tú sí lo sabes!
"Sin saber lo que me sucederá..." (Hechos 20:22)
Aunque el apóstol fue inspirado por el Espíritu Santo, había cosas que no podía hacer y otras que desconocía. Así es con nosotros, pues ¡desconocemos el futuro! Puede ser próspero, o puede ser adverso. Todo está dispuesto por nuestro Dios bueno, misericordioso e infinitamente sabio. Nada se deja al azar. Aun así, todo se nos oculta, y esto es para evitar que estemos demasiado seguros por un lado, y desesperados por el otro.
Todos los eventos están ordenados por nuestro Dios para fomentar la confianza, la esperanza y la oración. Pase lo que pase en el futuro, sea cual sea la circunstancia en que nos veamos, debemos confiar en Dios, seguir esperando en su misericordia y suplicar con fervor ante su trono de gracia, creyendo que Él ha ordenado todo con amor, lo ha dispuesto todo con infinita sabiduría y lo gobernará todo para nuestro bien. "¡Mis tiempos están en tus manos!" (Salmo 31:15)
Desconocer el futuro genera ansiedad, pero el SEÑOR nos dice por medio de Pablo: "Por nada estén ansiosos"(Filipenses 4:6). También nos puede deprimir y desalentar. No debemos desesperarnos, cuando quizás el futuro sea brillante y hermoso. Ni dejarnos llevar por la tristeza, cuando tenemos la seguridad de que la gracia de Jesús nos basta y que Su poder se perfeccionará en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9). Nuestra ignorancia del futuro debería llevarnos a una simple dependencia de Dios.
Desconozco sus designios, pero conozco sus promesas; y por lo tanto, no debo ceder a la duda. Mi Salvador no quiere eso, porque nos ama. Él dice a todos los que creen en su nombre: "No se preocupen por el mañana..." (Mateo 6:34)
📖 — James Smith
🙏 Oración final: Señor, aunque no sé lo que vendrá, confío plenamente en que Tú sí lo sabes. Fortalece mi fe para caminar contigo sin temor al futuro.