¿La oración forma parte de su
rutina diaria? Al responder, no cuente los momentos en que su atención está
dividida; piense solo en aquellos en que está enfocado en Dios. Aunque orar en
cualquier momento es valioso, también necesitamos establecer un tiempo y un
lugar para encontrarnos con el Señor cada día.
Aunque el Señor Jesús era el
Hijo de Dios, entendía la importancia de pasar tiempo a solas en oración. No
actuaba por iniciativa propia, sino en total dependencia del Padre. En la
lectura de hoy no se nos dice qué oró, pero cuando los discípulos
interrumpieron su oración matutina, quedó claro que había recibido dirección:
debía "ir a otro lugar" a predicar.
El Señor fue el ejemplo perfecto
de una vida guiada por el Espíritu. Si debemos seguir sus pasos, ¿no tendría
sentido que nos reuniéramos con el Padre celestial para preparar nuestro día (Sal 5.3)? Este es
el momento de poner nuestras preocupaciones a sus pies, buscar su guía, confiar
en su provisión y protección, y orar por otros.
Aunque muchas cosas compiten por
nuestro tiempo, debemos esforzarnos por hacer de la oración parte de nuestro
día. Al ponerla como prioridad, tendremos una base firme, sin importar lo que
venga.